Wokismo y progresismo
- Victor Manuel Garcia

- 11 oct
- 4 Min. de lectura

El mal al mundo libre y el bien fingido, disfrazado con humanismo y otros pensamientos.
En los últimos años se habla mucho del “wokismo” o de la “ideología woke”, así como del “progresismo” y de los llamados “progres”. Son palabras que aparecen en las redes, en los medios y en la política, pero que pocas veces se explican con claridad.
¿Qué significa “woke”?
La palabra woke viene del inglés y significa “despierto”. Surgió hace décadas entre la comunidad afroamericana para expresar la idea de estar “despierto ante la injusticia”, sobre todo ante el racismo. Con el tiempo, el término se amplió y empezó a usarse para referirse a personas o movimientos que dicen estar despiertos ante cualquier tipo de desigualdad o discriminación, sea racial, sexual, de género, económica o ambiental.
Así nació el llamado wokismo, una corriente de pensamiento que busca cambiar la sociedad mediante la “conciencia social”, denunciando lo que considera opresión, discriminación o privilegio.
¿Y qué es el progresismo?
El progresismo es una ideología más amplia, que cree en el “progreso” constante de la humanidad gracias a la ciencia, la educación y la libertad. En teoría, el progresismo busca una sociedad más justa y moderna, donde todos tengan los mismos derechos.
En la práctica, muchos que se identifican como “progres” (abreviatura popular de progresistas) apoyan causas como el feminismo radical, la ideología de género, la ampliación del aborto, la legalización de drogas o la redefinición del matrimonio y la familia. No todos los progresistas son iguales, pero el término “progre” se ha convertido en una etiqueta que describe a quienes promueven cambios culturales y morales muy rápidos, muchas veces en contra de los valores tradicionales.
Aciertos del movimiento woke y progresista
En su origen pueden encontrarse algunos aciertos
Sensibilidad ante la injusticia. El wokismo ha hecho visible la discriminación que algunas personas siguen sufriendo. La empatía con los marginados es un valor que coincide, en parte, con el mensaje cristiano de amar al prójimo.
Rechazo a la violencia y al abuso. Muchos movimientos progresistas han denunciado abusos de poder, violencia doméstica, racismo o explotación laboral, promoviendo leyes más justas.
Interés por la dignidad humana. Aunque su visión del ser humano difiere de la bíblica, hay en sus raíces un deseo de respeto por cada persona. Humanismo sin Cristo.
Cuestionar estructuras injustas. Invitan a reflexionar sobre los sistemas que perpetúan pobreza o exclusión, lo cual puede ayudar a una sociedad más consciente.
Sin embargo, junto a esos aspectos positivos, el wokismo y el progresismo han desarrollado fallas profundas, tanto frente a la ley moral como ante la ley de Dios.
Faltas frente a la ley social y moral
Cultura de la cancelación. En lugar de dialogar, muchos activistas cancelan o silencian a quien piensa distinto. Esta actitud destruye la convivencia y la libertad de expresión.
Victimismo y culpabilidad colectiva. En el afán de defender a los oprimidos, a veces se culpa a grupos enteros (por ejemplo, “los hombres”, “los blancos”, “los cristianos”) como si todos fueran culpables. Se olvida que la responsabilidad es personal, no heredada.
Hipocresía y moda ideológica. Grandes empresas o figuras públicas se declaran “woke” solo para mejorar su imagen, sin practicar lo que predican. Muchos jóvenes repiten consignas sin conocer su fondo, por presión social.
Relativismo moral. El wokismo niega verdades universales y reemplaza la moral por opiniones. Lo que antes era pecado o falta moral, hoy se presenta como “libertad personal”. Pero una sociedad sin valores firmes termina sin rumbo.
Ataque a la familia y a la fe. Parte del progresismo moderno considera la religión, la autoridad paterna o el matrimonio tradicional como estructuras opresivas. Así, en nombre de la libertad, se destruyen los pilares que sostienen la sociedad.
Lenguaje forzado y censura. Se busca imponer palabras o pronombres por ley, bajo amenaza de sanción, lo que termina violando la libertad de conciencia.
División en lugar de unión. Al dividir a las personas por raza, sexo o preferencias, se debilita el sentido de comunidad. Donde antes había diálogo, hoy hay sospecha y confrontación.
A la luz de la ley de Dios
Desde la mirada de la fe, el wokismo tiene una falla central: quiere justicia sin Dios. Quiere redención, pero sin reconocer al Redentor.
El problema del pecado. El cristianismo enseña que todos pecamos (Romanos 3:23). El wokismo sustituye el pecado por la “culpa social”, pero sin ofrecer perdón ni gracia. En su visión, quien pertenece al grupo “privilegiado” debe cargar con una culpa permanente, sin posibilidad de redimirse.
La falta de misericordia. Jesús corrigió, pero también perdonó. El wokismo juzga con dureza a los que no piensan igual, muchas veces con odio. “La ira del hombre no obra la justicia de Dios” (Santiago 1:20).
La verdad sobre el ser humano. Dios creó al hombre y a la mujer a su imagen (Génesis 1:27). Negar las diferencias biológicas o pretender redefinir la naturaleza humana es rebelarse contra el diseño divino.
Unidad en Cristo. En lugar de dividir por raza o género, el Evangelio enseña: “Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, porque todos sois uno en Cristo Jesús” (Gálatas 3:28).
Conclusión
El wokismo y el progresismo nacen de un deseo legítimo de justicia, pero al apartarse de la verdad de Dios, se convierten en ideologías que reemplazan el Evangelio por una moral humana, cambiante y sin perdón.
No toda “conciencia social” es mala, pero la verdadera justicia debe ir unida a la verdad, y la verdad solo se encuentra en Cristo.
Como creyentes, no debemos dormir ante las injusticias, pero tampoco despertar a ideologías que, bajo apariencia de compasión, nos apartan del corazón de Dios.
El llamado no es a ser “woke”, sino a ser sabios y despiertos en el Espíritu: “Despiértate tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo” (Efesios 5:14).
Bendiciones. Todo para la Gloria de Dios.




Comentarios