El Potencial de los cristianos
- Victor Manuel Garcia

- 11 ago
- 3 Min. de lectura

El Potencial de los cristianos:
Del piso a las Alturas. Descubre tu identidad y potencial en Cristo
Como cristianos, poseemos un potencial inmenso. Un poder que no viene de nosotros, sino de Cristo Jesús a través del Espíritu Santo. Sin embargo, si lo ignoramos, si lo dejamos dormido, si no aplicamos la fe, corremos el riesgo de vivir una vida mediocre, lejos de la plenitud para la que fuimos creados.
Podemos conocer la teoría: el evangelio, las promesas de Dios, los relatos de fe… pero si no las creemos, si no las vivimos, o esperamos que se cumplan sin dar pasos de fe, terminamos en un cristianismo pasivo, sin fruto.
Quiero contarte una historia —una fábula— que ilustra esto de forma muy clara.
El huevo de águila
Un día, un ranchero subió a la montaña buscando una oveja perdida. Al pasar cerca de un risco, encontró un huevo grande, intacto. Intrigado, lo llevó a casa y lo colocó en el nido de una gallina que empollaba sus propios huevos. Ella, sin dudarlo, lo aceptó y lo cubrió con sus alas.
Pasaron los días y nacieron los polluelos. Entre ellos, rompió el cascarón un pequeño aguilucho, desgarbado y distinto. Él no sabía que era diferente. Y como sus nuevos hermanos lo aceptaban, creció jugando con ellos, picoteando el suelo, corriendo detrás de la gallina y escondiéndose cuando un ave grande cruzaba el cielo.
El tiempo pasó. Los polluelos se hicieron gallinas y gallos… y el aguilucho, una hermosa águila. Sin embargo, seguía comportándose como gallina: buscaba granos en la tierra, agitaba sus alas sin volar, y jamás se atrevía a mirar más allá del corral.
Hasta que un día, el ranchero reparó en él. Al verlo, entendió lo que había pasado. Conmovido, lo tomó y lo llevó hasta la cima de una montaña. Allí, al borde del precipicio, le dijo: “Vuela”. El águila lo miró sin entender. Entonces, el ranchero hizo algo drástico: lo lanzó al vacío.
El águila, aterrada, agitó sus alas con desesperación. Pero en ese movimiento, algo se despertó dentro de ella: descubrió que podía volar. Del miedo pasó al asombro… y del asombro, al gozo indescriptible. Elevándose, vio la tierra desde lo alto, sintió la fuerza del viento y la amplitud del cielo. Nunca más volvería a vivir como gallina. Su vida anterior había perdido todo sentido. Todo su pasado era irrelevante. Ahora en su nueva visión todo es importante.
El mensaje para nosotros
Muchos cristianos viven como esa águila en el corral: con una identidad celestial, pero sin usarla; con un llamado alto, pero conformándose con lo terrenal. Conviven con otros que también piensan y actúan como “gallinas”, y así su fe se acomoda a la mediocridad.
Pero cuando comprendes quién eres en Cristo, algo cambia. Empiezas a vivir en las alturas:
Ves con visión espiritual.
Disciernes el propósito de Dios.
Actúas con autoridad y poder, no con miedo.
Jesús dijo:
“Estas señales seguirán a los que creen: en mi Nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.” (Marcos 16:17-18)
Esto no es un lujo para unos pocos, ni una historia de otro tiempo: es el estándar de la vida cristiana. Si no lo estamos viviendo, es una señal de que estamos fallando en algo, que estamos dormidos y necesitamos despertar, acercarnos, buscar más de Dios, y activar la fe que Él ya depositó en nosotros.
A veces, Dios mismo permitirá una prueba o necesidad tan fuerte que nos empuje al borde… y nos diga: “¡Vuela! ¡vuela!!”. No para destruirnos, sino para que descubramos que siempre tuvimos alas.
Hoy es tiempo de dejar el corral, paredes y niveles bajos, y elevarnos a las alturas de Cristo. Ahí está tu verdadera vida, tu misión... y tu victoria.
"En Cristo... somos más que vencedores"
"Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a estos también llamó; y a los que llamó, a estos también justificó; y a los que justificó, a estos también glorificó." Romanos 8:28-30





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