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El asesino silencioso

del cristiano

Inicio de la caída
Inicio de la caída

Mata silenciosamente al cuerpo 

Mata silenciosamente al alma y al espíritu 

La apatía es como la hipertensión, una mata poco a poco al cuerpo, y la otra al alma. La persona podría no darse cuenta hasta que sea demasiado tarde, pero si observa los síntomas, podría darse cuenta a tiempo y revertir el mal y salvarse.  

 

Así como el cuerpo, el alma es potencialmente asesinada… por la apatía. 


La apatía: Qué es, por qué afecta al cristiano, a la Iglesia, y cómo superarla. 

 

1. Introducción 


La apatía es un fenómeno emocional y espiritual que afecta tanto a individuos como a comunidades. En la Iglesia cristiana, se manifiesta como una falta de interés, entusiasmo o compromiso con Dios, la comunidad de fe y la misión evangelizadora.  

Esto es colectivo o individual. 

Esta condición puede convertirse en un obstáculo silencioso que debilita el testimonio, paraliza ministerios y apaga la pasión por Cristo. 

 

2. ¿Qué es la apatía? 


Etimológicamente, apatía proviene del griego apátheia (ἀπάθεια), que significa “insensibilidad” o “falta de pasión”. Es un estado de indiferencia emocional, falta de motivación, de interés y ausencia de respuesta ante estímulos que normalmente provocarían interés o acción. 

En el ámbito espiritual, es la tibieza que Jesús denunció en la Iglesia de Laodicea: 

“Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.” (Apocalipsis 3:15-16) 

Laodicea era rica, cómoda y autosuficiente, pero espiritualmente pobre. Jesús les dice: 

“Tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.” (Apocalipsis 3:17) 

Así, la apatía no es solo pereza: es una ilusión de autosuficiencia que apaga el fuego del Espíritu. 

 

 

3. ¿Cómo y por qué afecta a la Iglesia? 


La apatía espiritual puede expandirse silenciosamente en la Iglesia local por múltiples razones. Afecta la asistencia, la participación, la generosidad, el servicio y, sobre todo, la pasión por evangelizar y discipular. Hoy, muchas congregaciones viven un “laodiceanismo moderno”: templos llenos, pero corazones vacíos, actividades constantes pero poca transformación, fe cómoda, pero sin fervor. 

 

Principales causas: 

  • Rutina religiosa: La fe se vuelve una costumbre, una tradición. Si la Iglesia no es activa en sus deberes, se vuelve religiosa, tradicional, pasiva, apática. Sin relación viva con Cristo. 

  • Materialismo y distracciones: Los atractivos, anhelos y tentaciones del mundo compiten con el amor a Dios (1 Juan 2:15). Vivimos como Laodicea: ricos en cosas, pobres en espíritu. 

  • Desilusiones y heridas: Conflictos internos o decepciones por el mal testimonios de los líderes generan desencanto, decepción. 

  • Falta de alimento espiritual: Enseñanzas superficiales o repetitivas pueden adormecer la fe. El alimento chatarra debilita, el alimento nutritivo fortalece. 

  • Pecado oculto: El pecado sin confesar endurece el corazón y apaga el Espíritu (Salmo 32:3-4). 

  • Ausencia de propósito: Falta de visión clara y sentido de misión paralizan la motivación. La falta de visión causa división, tibieza, apatía. 

Cuando la apatía se extiende, surgen iglesias pasivas, sin fervor evangelístico, con miembros desanimados, ministerios estancados y comunidades vulnerables a la mundanalidad. 

 

4. Consecuencias de la apatía en la vida cristiana 


  • Menor asistencia y participación en reuniones. 

  • Falta de oración y lectura bíblica: La relación íntima con Dios se debilita. 

  • Disminución de la pasión por compartir el evangelio, del amor por las almas. 

  • Crecimiento estancado: La Iglesia se vuelve irrelevante ante su entorno. 

Como Laodicea, que creían que todo estaba bien y estaban mal, muy mal, “miserables, pobres, ciegos y desnudos” Ap 3:17 

O como la fábula de la rana que en el agua tibia se siente cómoda, muy comoda, confortable, y poco a poco se va calentando más y mas, y no queriendo dejar su comodidad, resulta rana hervida.  

 

5. Estrategias para motivarse y vencer la apatía 


Aunque la apatía es un enemigo silencioso, no es invencible. Hay pasos prácticos y bíblicos para reavivar la pasión: 


  1. Volver al primer amor (Ap. 2:4-5): Reconocer la condición de tibieza, arrepentirse y retomar las primeras obras. ¿Por qué crees que El Señor insta al creyente a arrepentirse si ya es creyente? (“Yo reprendo y castigo a los que amo, se pues celoso y arrepiéntete” -de tu tibieza, según el contexto- Ap 3:19).  

  2. Celoso. David se envalentonó ante Goliat no solo porque fuera un joven valiente, le impulso el celo por el amor a Dios. No te pueden tocar a tus hijos o a tu esposa porque te pones bravo, valiente. Así David, fue el celo lo que lo hizo arrojado, intrépido, siendo un muchacho no se fijo en la estatura de aquel que había insultado a los ejércitos de Jehová. Que tu celo te impulse, te motive a levantarte de tu comodidad. 

  3. Predicación bíblica relevante: Procura escuchar mensajes centrados en Cristo, claros y transformadores, que desafíen la comodidad. Escucha a tu pastor, y a predicadores fieles de la Palabra, de la sana doctrina, pero además, aguerridos, valientes, directos, que aman a Dios y le conocen, eso es contagioso, un contagio positivo. 

  4. Cultivar la oración y la adoración genuina: Espacios para buscar juntos la presencia de Dios. ”Busca primero el Reino de Dios 

  5. Renovar la visión y misión: Recordar la razón de ser de la Iglesia: amar a Dios y a las personas, hacer discípulos. 

  6. Fomentar la comunión significativa: Grupos pequeños, mentoría y discipulado personal para revitalizar relaciones. 

  7. Desafiar a servir y dar: Invitar a todos a usar sus dones, fomentando participación activa. 

  8. Testimonios y rendición de cuentas: Historias de transformación inspiran fe y rompen la apatía. 

 

6. Conclusión 


La apatía, una “hipertensión espiritual”: actúa en silencio, sin alarma, pero debilita la fe, endurece el corazón y apaga la pasión por Dios. 

La apatía es uno de los males más peligrosos para la Iglesia del siglo XXI: silenciosa pero devastadora. Sin embargo, mediante una vuelta sincera a Cristo, una enseñanza sólida, una comunidad viva y una misión clara, la Iglesia puede despertar de su letargo y volver a ser sal y luz en un mundo necesitado. 

Cinco preguntas para reflexionar 

Para leer y compartir en grupos pequeños o en tu tiempo personal: 

  • ¿Detecto señales de tibieza o apatía en mi vida? ¿En qué áreas? 

  • ¿Qué cosas me distraen de una fe viva y activa? 

  • ¿Cómo puedo volver a encender mi pasión por Cristo? 

  • ¿Qué pasos concretos tomaré esta semana para abrir la puerta a Jesús? 

  •  ¿A quién puedo animar a salir de la apatía espiritual? 


Hoy es tiempo de revisar la presión espiritual del corazón y permitir que Cristo, el Gran Médico, nos sane y despierte. 


No olvidemos su divina invitación: 

“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.” (Ap. 3:20). 

 

CUIDADO:  

El comodismo lleva a la apatía,  

y la apatía a la tibieza,  

y la tibieza… a la APOSTASÍA. 

 

Víctor M García 



Le invito a visitar la Página www.labuenasemilla.mx Biblioteca y Videoteca, Materiales gratuitos y en la Tienda.

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