El Posmodernismo
- Victor Manuel Garcia
- 3 jun
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 4 jun
Y SU INFLUENCIA EN LA IGLESIA:
UN CAMINO A LA APOSTASÍA

En las últimas décadas, la filosofía posmoderna ha influido profundamente en las sociedades occidentales, y lamentablemente, también ha encontrado eco dentro de la Iglesia. El posmodernismo se caracteriza por rechazar las verdades absolutas, cuestionar las estructuras establecidas y valorar la experiencia personal sobre la verdad objetiva. Esta perspectiva ha abierto la puerta a una apostasía creciente, desviando a muchos del evangelio puro de Jesucristo.
¿Qué es el posmodernismo?
El posmodernismo es un movimiento filosófico y cultural que surgió a mediados del siglo XX como una reacción contra el modernismo y su énfasis en la razón y el progreso. Su lema implícito es: “No existen verdades universales; todo es relativo.” Bajo esta cosmovisión:
Cada persona puede definir su propia verdad.
Se desconfía de las autoridades tradicionales, incluida la autoridad de la Biblia.
Se valora más la experiencia personal que la enseñanza doctrinal.
La moralidad se redefine según contextos subjetivos, no principios inmutables.
Impacto en la Iglesia
La Iglesia, llamada a ser “columna y baluarte de la verdad” (1 Timoteo 3:15), enfrenta un desafío enorme: el posmodernismo se infiltra en la predicación, la adoración y la vida cristiana diaria. Estas son algunas manifestaciones:
Relativización de la verdad bíblica. Muchos cristianos posmodernos creen que los principios bíblicos pueden adaptarse a las preferencias culturales. Se afirma que “mi verdad” es tan válida como “tu verdad”, aun cuando contradigan la Palabra de Dios. Esto erosiona la autoridad bíblica y conduce a interpretaciones subjetivas que justifican el pecado.
Énfasis en la experiencia sobre la doctrina. Se prefiere la emoción, la música o la atmósfera a la sana enseñanza. Las predicaciones se centran en el bienestar personal más que en la obediencia a Cristo y la negación del yo.
Inclusividad sin discernimiento. El amor y la aceptación se convierten en excusas para tolerar prácticas y doctrinas contrarias a la fe. Se omite la llamada al arrepentimiento, y la disciplina eclesial se ve como “intolerancia.”
Negación de absolutos morales. La moralidad se basa en sentimientos o en la cultura, no en los mandatos divinos. Esto abre la puerta a aceptar el pecado como parte de la identidad humana que debe “ser aceptada”, no transformada.
Camino a la apostasía
La apostasía es el abandono deliberado de la fe bíblica. El posmodernismo facilita este proceso al minar las convicciones fundamentales. Como resultado:
Se tolera el error doctrinal.
Se niega la exclusividad de Cristo como único Salvador (Juan 14:6).
Se trivializa el pecado y la necesidad de la cruz.
La apostasía no surge de la noche a la mañana. Es el resultado de pequeñas concesiones que, poco a poco, desvían a la Iglesia de la Verdad.
Llamado a la fidelidad
Ante este panorama, la Iglesia debe volver a la Palabra inmutable de Dios. El apóstol Pablo advirtió:
“Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina… y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (2 Timoteo 4:3-4).
Hoy más que nunca, los cristianos deben:
Someterse a la autoridad de la Biblia como la única regla de fe y práctica.
Ser vigilantes y discernir toda enseñanza a la luz de las Escrituras.
Predicar el evangelio completo: la gracia de Dios, el arrepentimiento y la obediencia a Cristo.
La Verdad no cambia. Cristo es “el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:8). La Iglesia debe afirmar su compromiso con esta Verdad eterna, sin temor a la cultura posmoderna que la rechaza.
Víctor Manuel García
Sembradores de La buena Semilla
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